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sábado, 14 de mayo de 2011


"Imágenes Indelebles" - Koen Wessing. Centro Gabriela Mistral (GAM)
Koen Wessing (1942-2011)

Imágenes que hablan por sí solas, traen al presente la dura historia de lo que fue el comienzo de la dictadura militar en Chile en 1973. Y es que a pesar de los años que han pasado frente a los ojos de miles de compatriotas, el dolor sigue presente y más latente que nunca. Es ese dolor el que genera atracción con “Imágenes Indelebles”, trabajo de Koen Wessing que se estuvo mostrando gratuitamente desde el 9 de marzo hasta el 30 de abril pasado, en el Centro Gabriela Mistral (GAM).

El fotoperiodista holandés, quien murió el 2 de febrero de este año, se encargó de plasmar la represión que afectó a nuestro país en varias imágenes, sin embargo, la selección que se pudo ver en el GAM contaba con una muestra de 39 tomas, las que provocaban una especie de conmoción interna al pararse frente a cada una de ellas. Las expresiones de los retratados transmitían más emociones que un centenar de palabras perfectamente escritas, mientras que el formato en blanco y negro acrecentaba la penumbra reinante de aquellos años de oscuridad.

Estadio Nacional, Santiago de Chile (1973)


A pesar de lo cercanas que podían parecer las fotografías, faltó más sensibilidad en ellas y quizás una mayor profundización en las tomas, las que en reiteradas ocasiones parecían un tanto vacías, no porque su composición fuera la culpable, sino porque se perdía la intimidad entre la imagen y el receptor de ésta. ¿A qué se debía esto? Quién sabe. Tal vez Wessing intentó mostrar la cruda realidad partiendo desde otra arista, una más distante, pero no por ello menos elocuente. De haber sido así, punto positivo para el holandés.

Cabría mencionar, además, que las luces del lugar no favorecieron mayormente la exposición, por lo que el ambiente se perdía un poco, así como también el sentido de la disposición de las fotografías. No obstante, el video que contaba con la totalidad de la muestra fue sumamente potente; la pantalla gigante, las tenues y casi mínimas luces, y los recursos sonoros dieron en el clavo y también en el corazón. En tanto, el documental al mismísimo Koen Wessing y su paso por Chile, resultó esclarecedor en varios ámbitos, principalmente por la breve pero necesaria explicación sobre el porqué de su trabajo y el de algunas fotografías, las que por desgracia no contaban con el detalle de cada una de ellas.

Nicaragua

Pero no fueron imágenes netamente chilenas las que cobijaron las paredes del GAM, sino también algunas de Nicaragua y la revolución sandinista,  y El Salvador, donde los acontecimientos posteriores al asesinato del monseñor Romero obtuvieron la atención de Koen. Contaban con una pasión particular que dejaba atónito a quien las viera. A diferencia de las imágenes del Chile del 73’,  estas permitían que el receptor se involucrara de inmediato y que se preguntara qué estaba pasando, cuáles eran los motivos de tanta desdicha. En pocas palabras, era imposible quedarse inerte frente a la desgracia ajena reflejada en no más de doce fotografías.


Si bien la muestra deja con un leve gustito a poco, vale decir que el trabajo presentado no deja de ser menor, ya que logra cautivar y mantener viva la memoria del pueblo chileno, transformándose así en un relato viviente del pasado, en un testigo más que quiso ser silenciado pero donde el lente gritó más alto, donde Koen fotografió más rápido.

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