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sábado, 14 de mayo de 2011



Paz Errázuriz: una ventana abierta a lo invisible


La Vida

    Paz Errázuriz es, por mucho, una de las mejores fotógrafas autodidacticas en Chile. Con una cámara análoga (ha manifestado ciertas reticencias con la tecnología digital) y siempre con fotos en blanco y negro, la visión con un fuerte tono social que se presenta como tarjeta de presentación en su obra, han resguardado las historias más importantes de Chile, añadiendo el punto de vista de una particular mujer.


    Su historia no es simple. Por razones de la vida llegó a estudiar Pedagogía a Cambridge. Volvió a Chile sin haberse titulado y aprovechó de terminar la carrera en la Universidad Católica. Es curioso como el destino te empuja a donde nunca pensaste terminar. Lo cierto es que, a pesar del gran interés que Paz Errázuriz había demostrado por la fotografía a lo largo de su juventud, nunca pensó seriamente en dedicarse a este oficio.
                               
    Fue recién cuando comienza la dictadura de Augusto Pinochet en 1973 y hacer clases en una sala de clases pierde el encanto, y los apoderados empiezan a controlar qué cosas se les puede enseñar a sus hijos y qué cosas no, que Paz decide retirarse de la pedagogía y empezar a trabajar en eso que siempre había dejado de lado; la fotografía.

    No era una época muy fácil, sin embargo, y contra todas las dificultades, Paz comenzó a disfrutar de lo que empezaba a aparecer en los revelados de sus fotos. El constante crecimiento de su entusiasmo con la cámara, sumado a un sentimiento de responsabilidad civil y social, la llevaron a (co)fundar en la década del ochenta la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI).

    Pero Paz Errázuriz tiene, a mi parecer, algo más profundo que un lente apuntando a un objetivo insípido. Hay en sus trabajos (por favor visiten www.pazerrazuriz.cl) una confidencialidad que no siempre se ve entre los fotógrafos, ni siquiera en aquellos dedicados plenamente a los retratos. Así por ejemplo, entendemos por qué  “Los Nómades del mar” es un trabajo que tomó años en desarrollarse. Aunque vale la pena, si lo que se gana es la confianza y una conexión real con la gente (materia prima del comunicador) y esto se puede dibujar en la fotografía.

Lo carnavalesco


    De todos los trabajos que Errázuriz ha presentado a lo largo del mundo, hay uno que nos es pertinente ahora más que nunca.

    Cuando Paz decidió meterse en el mundo del circo, se presentaba un problema fundamental. De repente había que ser capaz de dejar las sonrisas características de los artistas de lado, y adoptar una actitud más solidaria y empática con los serios problemas con los que deben lidiar estos símbolos de dicha, alegría y fantasía.

   “Los personajes del circo aquí retratados nos remiten al símbolo de lo carnavalesco. Esta visión de trastienda, culmina con los avatares del mago que infructuosamente trata de devolvernos la ilusión. Enfatiza el contraste entre el falso encanto y la dimensión precaria y discontinua de estas vidas de efímero esplendor” así es como la propia Errázuriz describe su trabajo.

    No cabe duda de que romper ciertas barreras para ganar la confianza del retratado presenta mil, y mil, más dificultades. Ahora bien, parece haber algo en el lente de Errázuriz que impide que la originalidad y la dignidad se escapen a algún lado. Hay un lado humano en el circo, incluso más allá, hay un lado preocupante en la calidad de vida de los circenses. Hacer un registro de esto, es un paso adelante para empezar a reconocer la extenuante realidad de trabajar dentro de la carpa.

    Siguiendo el enlace que antes recomendé, los exhorto a comprobar por ustedes mismos la delicadeza, la dignidad humana, el respeto y la técnica de una maestra. El trabajo de Errázuriz, sin querer entrar en el cliché, no es más que una ventana abierta a lo invisible. A lo que ha estado desde siempre escondido de la vista poco observadora de un público pasivo. Es la botella que flotando en el mar, lleva el mensaje de socorro de alguien que se cansó de gritarnos en la oreja por un poco de ayuda.

    Es una realidad dura y cruel, y no puedo dejar de pensarla cada vez como más cercana. Es eso lo que tiene finalmente el trabajo de Errázuriz. El ingrediente secreto de la receta no es otra cosa que la más pura realidad.
    Estamos de acuerdo en que crear el vínculo entre el comunicador y la gente no es algo sencillo, pero algo nos dice que la cantidad de premios que ha ganado Paz, tanto a nivel nacional como internacional, corroboran una intuición no muy frecuente al momento de tomar decisiones con el dedo en el obturador. Hay una 
 imaginación en la autora, que muchas veces se pierde y se confunde con una fatalista realidad.

    Entre otras cosas, Paz ha ganado; el Concurso UNICEF. Niños y Mujeres de Chile (1988), Beca Fullbright, Estados Unidos (1992) y el Premio Altazor (2005).

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